“ Antes, apuntaban a los cuerpos,        

ahora apuntan a la Memoria

 Lima Quintana

Por Lía Chambeaud*

La intención  de estas palabras, es poder reflexionar y reconstruir “la historia reciente” de nuestro país, que como parte de  las sociedades que han atravesado importantes procesos de violencia política,  re-escriben ese pasado y le dan sentido, mediante la MEMORIA. 

Hoy, más de la mitad de los argentinos/as no habían nacido cuando se produjo el golpe de estado. Entonces, el esfuerzo por mantener vivo el recuerdo de los crímenes genocidas, es para garantizar la vigencia del reclamo por que impere la justicia, la verdad y la Memoria.

El fortalecimiento de la memoria, significa un eficaz antídoto contra la práctica aberrante del Terrorismo de Estado, que las fuerzas armadas argentinas y sus cómplices civiles y eclesiásticos, instauraron el 24 de marzo de 1976.

 Es importante, recordar entonces, que La Memoria, es todo aquello que se elige recordar, honrar de distintas maneras, y también, algo que se decide olvidar, que no se animan, o no se puede recordar.   Y esto, es lo que hace que la Memoria, esté indisolublemente ligada a la identidad, tanto personal, como la que se va configurando colectivamente en cada sociedad.

Hoy, en nuestro país, hay una fuerte propuesta negacionista desde una parte de la sociedad, y desde el gobierno, que se identifica con la Dictadura, y con aspectos ligados a una concepción que no acepta “El Genocidio”, producido por el Estado de manera clandestina y a oscuras, contra quienes pensaban distinto y los constituyeron como enemigos de la Patria.

Hoy se propone nuevamente desde el gobierno y sus sectores más cercanos, disputar  “la legitimidad” de la  MEMORIA y OLVIDAR el pasado reciente, como un modo de quitarnos la conciencia, el pensar y el sentir de una sociedad que NUNCA MAS, puede, ni permitirá que se vuelva a repetir, la historia de desapariciones, muerte, tortura y persecución, que ejecuto la Dictadura Cívico. Militar y Eclesiástica del 76.

 Por todo esto, en este 24 de Marzo, es indispensable, revivir la convocatoria  de “PLANTAMOS MEMORIA”, que apuntaló una idea clara sobre la memoria, concebida como semilla o como árbol que se planta para que crezca, y sus hojas y sus ramas se expandan y den sus frutos.

La MEMORIA ES ENTONCES, VIDA, contrapuesta a la muerte y el silencio  que se implantó, en los años oscuros del genocidio. 

Creo entonces, verdaderamente, que esta manera de descifrar la Memoria, me da pie para volver a pensar, en lo trascendente que es la “memoria”, no solo individual, sino fundamentalmente  la colectiva, la Memoria social, la que construimos y reconstruimos desde nuestros recuerdos y también desde nuestros olvidos.  

Por eso, sabemos también, que la memoria social o colectiva, nunca es única, acabada, ni definitiva. Y siempre todes, desde sus espacios, pueden y podemos aportar a construirla y reconstruirla.

Las memorias, tienen historia, una historia de consensos y disensos, que lo hemos vivido en la Argentina, ya desde el 85, cuando se enjuició a las Juntas Militares responsables de la Dictadura y se definió para siempre el NUNCA MAS.

Pero, ya se alegaba entonces, que el pasado dividía, y que para que no dividamos  el futuro, al pasado había que taparlo. Y se dejo instalada la teoría “de los demonios” en un ámbito de guerra sucia, que justificaba el “Terrorismo de Estado”.

El resultado de estas controversias, y posicionamientos, fueron las “Leyes de Punto Final”  y de “Obediencia Debida”, promulgadas ambas por Alfonsin, en el 86 y 87, y que permitieron dejar en libertad a varios genocidas.

Estas leyes, junto a los indultos realizados por Carlos Menem  (1989-1990), han quedado en la memoria, como las leyes de la impunidad, ya que recién en 1998, el Congreso Nacional las  derogó, pero pasaron varios años hasta que se la ejecuto efectivamente, y las provincias fueron adhiriéndose con distintos tiempos.

 Esto habla claramente, de lo difícil que es construir la Memoria y cómo, las disidencias existen en ese proceso que está en constante conflicto y contraposiciones.   

Seguimos viviendo hoy, con mayor fuerza que en otras épocas, el negacionismo y el ataque a quienes  representan la reconstrucción y la lucha por esa memoria histórica.  

En la Argentina, los movimientos de derechos humanos y particularmente, las MADRES Y ABUELAS, fueron protagonistas fundamentales de esa elaboración colectiva de la MEMORIA. Y fueron estas mujeres las que reaccionaron, enfrentaron y lucharon por la aparición de sus hijos/as y sus nietos/as. Son las únicas mujeres visibilizadas por su lucha y sobre las que también actuó, el Proceso de Reorganización Nacional, con sus peores sistemas de desaparición.

Memoria, Verdad y Justicia,  la frase que instalo la lucha de los Organismos de DDHH,  se insertó en el corazón y la conciencia de una amplia parte de la sociedad, que sin quizá haberlo vivido, comprendieron el miedo, el terror y el dolor que se vivió en la historia cercana de nuestra Patria.

En­ el período pos dictatorial, _ dice E. Jelin _la “verdad” se identificó poco a poco con la posición de “afectado directo”, primero en la voz de los parientes directos de las víctimas de la represión estatal (la figura emblemática son las Madres,­ complementadas posteriormente por la voz de H.I.J.O.S. y Herman@s). La voz de sobrevivientes de centros clandestinos de detención y de militantes y activistas de la época no estuvo presente con la misma fuerza en el espacio público sino hasta mucho después, y llegó a ocupar el centro de la escena pública casi treinta años después del golpe militar de 1976”. (E. Jelin. ¿Víctimas, familiares o ciudadanos? Las luchas por la legitimidad de la palabra. Revista Amfibia)

Pero también, desde los campos de las ciencias sociales, hubo algunos y algunas investigadoras, que fueron pioneras de los estudios sobre memoria, derechos humanos y política, y lograron incorporar, la importancia que ha tenido y tiene la Memoria, en la construcción de la Democracia. 

He tomado, al mencionar sus palabras, el caso de Elizabeth Jelin Doctora en Sociología, investigadora superior del CONICET, quien ha puesto a disposición y en agenda, desde hace más de veinte año, sus textos e investigaciones, que expresan desde la palabra, argumentos y reflexiones que logran dar sentido a una concepción de Memoria, que sin ser definitiva, la pone en un lugar indiscutido de anclar la identidad individual, y la colectiva. 

“Cuando se toma a la memoria como objeto de estudio, _plantea la autoa _la relación entre memoria e historia cobra otro sentido, especialmente cuando se incorpora la dimensión de lo traumático”. Y ese sentido es importante tener en cuenta porque las vivencias traumáticas, no son fácilmente puestas a disposición de la memoria, porque hasta es posible olvidar. Como nos recuerda Kaufman

“La constitución, la institucionalización, el reconocimiento y la fortaleza de las memorias y de las identidades se alimentan mutuamente. Hay, tanto para las personas como para los grupos y las sociedades, períodos «calmos» y períodos de crisis. (E. Jelin. ¿Víctimas, familiares o ciudadanos? Las luchas por la legitimidad de la palabra. Revista Amfibia)

Y hoy en nuestra argentina se ha puesto en disputa la MEMORIA de quienes la fueron configurando desde el NUNCA MAS y la MEMORIA VERDAD y JUSTICIA, que se recuerda cada 24 de Marzo, y el intento de destruirla con la visión negacionista del terrorismo de Estado, anteponiendo la noción de guerra y destrucción de la Patria por los /las subversivas. Y se ataca hasta con atentados de abuso, torturas y amenazas, a quienes siguen luchando y militando por que la MEMORIA sea la verdad de todos y todas. 

En su reciente libro: “La Lucha por el pasado”, E. Jelin, plantea fuertemente que es necesario visibilizar lo invisible. Y para esto, insiste, “que las políticas de reparación, los programas educativos y todo intento de saldar cuentas con el pasado, que forman parte de las políticas de memoria,  es importante que las sostengamos y promovamos permanentemente. Y enfatiza: “porque la Memoria es la Garantía para seguir luchando por la Verdad y la Justicia”.

Considerando esta mirada sobre la Memoria y su importancia para la sociedad, la democracia y la reparación histórica, creo necesaria y valida, incluir  en ella, una perspectiva de género. 

Abordar el tema de La Memoria, y poder inscribirla desde una “Perspectiva de Género”, es sin duda, para mi, volver a una parte de ese pasado que fue la noche más oscura de nuestra historia, y también,  al dolor por el genocidio a treinta mil mujeres y varones de nuestra patria, desde el “terrorismo de Estado” del 76 al 83 _ y aun antes _ con el Operativo Independencia, en el 75, que fue la prueba inicial de Genocidio en Tucumán.   Pero recordarlo y poner en acto la construcción y el sostén de la MEMORIA COLECTIVA, es parte de la Batalla Cultural que hoy más que nunca, tiene que confrontar con el negacionismo, la confrontacion y el olvido, que está poniendo en peligro la Democracia, los derechos y al Estado como garante institucional de la historia de todo el pueblo de la Nación Argentina.

Que implica entonces, una mirada desde El GENERO. Fundamentalmente, posibilita visualizar, que los roles, actitudes y prescripciones asignados a varones y a mujeres, son construcciones sociales y culturales y no determinadas biológicamente, por lo tanto, son variables. Además, desde esta concepción, poder develar, que estas diferencias  están jerarquizadas y que entrañan desigualdad, que no siempre se visualizaron, y aún hoy cuesta ver, comprender y aceptar como parte de la cultura patriarcal, que todavía forma parte de algunos sectores sociales no deconstruidos.

Para insertarla en esta reflexión, creí importante, rememorar, algunas situaciones de los años 70, que nos muestren, cómo se vivió la militancia de una juventud de mujeres y varones, que luchaban por un mundo más justo, más igualitario, y que pretendían y creían que debía alcanzar a todos y todas las personas de nuestra patria, y que hasta dieron la vida por ello.

Y desde allí, entonces, reflexionar sobre cómo actuó el Terrorismo de Estado, sobre los/as militantes revolucionarios y revolucionarias, y todes aquellos y aquellas que pensaban diferente a ese gobierno de facto y dictadura.

Es importante recordar, que durante la década del 70, la actividad política en nuestro país, fue muy intensa y tuvo  una amplia participación de muchos y muchas jóvenes, que  militaban en los centros de estudiantes secundarios, en las universidades, en organizaciones barriales, ÿ a través de distintos grupos con diversas orientaciones políticas e ideológicas. (E. Jelin, 2001). 

Y allí, en esa militancia, la diferencia entre la participación de hombres y mujeres no aparecía tan notoriamente, en especial en el movimiento estudiantil, ni tampoco más tarde, en los movimientos armados, donde la presencia de mujeres era significativa. 

Y a esto, lo podemos corroborar desde el propio recuerdo de quienes militábamos y militaban. Y que en varios casos, se han ido animando a escribirlos o contarlos.

Si uno toma esos recuerdos, se advierte, que si bien la desigualdad entre hombres y mujeres, era parte casi constitutiva de nuestra sociedad, en la militancia, eso se hacía menos notorio, porque el accionar de todos y todas, era muy similar. 

En Tucumán, quienes iniciaron las agrupaciones armadas, particularmente las relacionadas al peronismo, fueron, en un alto porcentaje  mujeres, que si estuvieron en la dirigencia y también en las acciones armadas. Y si bien, en muchos casos, por distintas razones, las colocaban en lugares de menor impacto, no se consideraron  nunca, de menor importancia. Tampoco era en ese momento, un tema que se discutía.

Seguramente no fue igual en todos los espacios, ni en todas las agrupaciones,  pero en general la militancia nos igualaba en muchos sentidos. 

Me vienen a la memoria los primeros nombres de mujeres reconocidas como dirigentes,  atacadas y asesinadas por ese lugar que ocupaban, como “La Arrostito”, “Susana Lesgar”, las hijas de Rodolfo Walch y varias más. 

Sin embargo, en la imagen y el recuerdo de muchos y muchas, aun investigadoras de la talla de Dora Barrancos, se plantea que

Muchísimas mujeres se incorporaron a la contienda y probablemente constituyeran la mitad de quienes componían los cuadros, ….pero..en su enorme mayoría estaban en la base, ejerciendo actividades de superficie –…..tareas relacionadas con funciones propias del ámbito privado”. 

Estas afirmaciones son también, parte de la Memoria, que no siempre es la misma para todes y según como se instituyan, alcanzaran un grado de hegemonía o pueden ser confrontadas. Y de hecho, lo van siendo, si recorremos algunos testimonios que se concretaron en libros o en entrevistas difundidas, de quienes mucho tiempo después pudieron dar sus testimonios no solo de su etapa de torturas y secuestro, sino parte de su militancia.

Si tomando en cuenta, que era una época en la que seguían vigentes patrones muy rígidos, casi inmutables, respecto de lo que “debía” ser y cómo debía comportarse una mujer, vale visibilizar cómo definían a las mujeres y en especial a las militantes, desde la visión nacionalista, occidental y cristiana, netamente patriarcal, que impuso la Dictadura.  Lo primero que se hizo, fue construirles como enemigos y enemigas de la patria y los y las identificaron como “subversivos”.

Las mujeres, en el imaginario social, estaban fuertemente ligadas al rol de esposas, madres y al cuidado del hogar. Esta figura estereotipada de las mujeres, recrudeció con la ideología sustentada por el golpe de Estado de 1976  y “La representación que se hizo de las mujeres militantes, principalmente de organizaciones armadas, dice Flavia Delmas  en su libro La Dictadura en clave de Genero” , fue la de  que – “eran sexualmente libres y activas, malas madres, malas esposas y malas amas de casa”. 

Por ello, no es extraño que uno de los insultos más utilizados en el cautiverio fuera el de «putas».

Y si tomamos las representaciones de las guerrilleras, por parte de los medios de comunicación en la argentina dictatorial, está presente la ambigüedad de la femeneidad,  que mostraban una imagen de mujer que rechazaba todo rasgo femenino, pensado este, desde la cultura patriarcal central de los regímenes dictatoriales.

No es un simple accidente, que las organizaciones de Derechos Humanos hayan nacido con una identificación familíar  y sobre todo materna. Esto es lo que era aceptado socialmente, como constitutivo de las mujeres  

.¿Por qué las denuncias y demandas del movimiento de derechos humanos debían formularse en términos de parentesco? En el contexto político de la dictadura, la represión y la censura, las organizaciones políticas y los sindicatos estaban suspendidos. El uso que el discurso dictatorial hizo de la familia como unidad natural de la organización social tuvo su reflejo en parte del movimiento de derechos humanos: la denuncia y protesta de los familiares era, de hecho, la única que podía ser expresada. Después de todo, eran madres en busca de sus hijos… Y este andamiaje ideológico, también atravesó la construcción de la MEMORIA. (Elizabet Jelin¿Víctimas, familiares o ciudadanos? Las luchas por la legitimidad de la palabra.Revista Amfibia)

 Y como un ejemplo simple, podemos ver cómo, en el Informe de la Comisión Nacional, sobre  desaparecidos de la Dictadura Argentina (1976-1983), y en la de nuestra provincia, Tucumán, también, la distribución en porcentaje de los y las desaparecidas, nunca se toma como dato. Se registran los porcentajes de:

ocupación o profesión, edad y otros como lugar de desaparición y horario del secuestro. Nunca se visualizan las mujeres y mucho menos otras identidades disidentes.

Consciente o inconscientemente entonces, no se visualiza,  no solo el rol de las mujeres en la militancia, sino que, por temor, por vergüenza o no aceptación de la sociedad, tampoco se profundizó durante mucho tiempo, y aun hoy en algunos casos; sobre las formas de torturas a las que fueron expuestas por una cuestión de género, las secuestradas, desaparecidas o detenidas que sobrevivieron. 

En Argentina, después del restablecimiento de la democracia, sólo una mínima proporción de los delitos sexuales se han denunciado ante la Comisión correspondiente. No ha habido una política judicial para su investigación. Pero existen investigaciones desde los 90, y sobre todo las más nuevas, que comenzaron a insertar una perspectiva de género en el estudio e investigaciones sobre la Memoria. 

Y en esta nueva re-construcción de la MEMORIA, con perspectiva de género, son las luchas de las propias agrupaciones de mujeres, y algunas de DDHH, las que fueron promoviendo, en primer lugar, que se otorgara calidad de “genocidio” a las violaciones sexuales de las mujeres por razones de género. 

En febrero de 2010, CLADEM y el Instituto de Género, Derecho y Desarrollo de Argentina, se presentaron como amicus curiae (El amicus plantea la necesidad de analizar los contenidos de los testimonios y la frecuencia de los ataques sexuales) en  una causa de lessa humanidad en la Plata, por pedido de las propias víctimas, sin embargo, el juez consideró que lo declarado por las víctimas, no era repetitivo y no se consideraba “de lessa humanidad” . Frente a esta injusticia – dice Susan Chiarotti – una de las autoras de esa presentación, “nos decidimos ha realizar investigaciones sobre las victimas de la dictadura y escribimos el libro “Grietas en el Silencio”, que se publicó en 2011.( Grietas en el silencio. Una investigación sobre la violencia sexual en el marco del terrorismo de Estado. Rosario: Cladem, 2011.)

A este libro lo presentamos en Tucumán.  Y se logró, en diciembre del 2012, como consecuencia de esa investigación, que su autora, declarara como testigo experta en la causa Arsenales de Tucumán, y Unos meses después de dar este testimonio, Chiarotti fue convocada desde Tucumán para colaborar en la redacción de un protocolo para tomar testimonios a las víctimas de violencia sexual en el marco de estos juicios de lesa humanidad”. 

Hasta hoy, se ha logrado en varios juicios contra los genocidas, que se implantara como delito de “lessa humanidad” a las violaciones sexuales, que han sufrido mayoritariamente las mujeres, pero aun no está totalmente incorporado. Y podemos decir hoy, aun con los avances logrados, – libros escritos y relatos orales, de mujeres sobrevivientes del horror de los centros de detención, y aún con acciones y políticas de reparación y visibilización de las desaparecidas, en placas, espacios de memoria y otras acciones, que  hay  todavía  una “deuda por una Memoria que las incluya en su real incidencia.

 Aun falta que la Memoria colectiva, la Memoria Histórica y aun la individual, asuman esta perspectiva de género como parte de ella. 

Y seguramente, este abordaje, posibilitará otorgar nuevas voces a quienes fueron silenciadas por la lógica del poder  patriarcal y permitirá una medida reparatoria más allá de los juicios y de sus logros individuales.

 La MEMORIA, está en disputa y será nuestra lucha por su plena vigencia, lo que pueda recuperar su legitimidad social y colectiva para la historia y la democracia en nuestro país.

LA MEMORIA, ENTONCES GUARDARA LO MAS VALIOSO PARA NO OLVIDAR EL PASADO. 

*Lía Rosa Chambeaud 

Profesora de Pedagogía con orientación psicológica- Facultad de Filosofía y Letras de la UNT-, Psicóloga Social e Investigadora del CIUNT. Ha realizado la Especialización en “Análisis Institucional de las Organizaciones Educativas” (Universidad  de Cordoba) y cursado la Maestría en Educación Superior de la Facultad de F. y Letras de la UNT.

Ddocente universitaria de las Cátedras “Didáctica General”  e “Introducción a la Educación” de los Profesorado en Juegos Teatrales  y de Danza Contemporánea en la Facultad de Artes de la UNT.  (1985-2014)

Docente de la Formación Docente de Nivel Terciario ,en la Escuela Normal y la Escuela Artes de la UNT.

Ha dictado  diversos cursos de Pos Grado y  Profesora del Pos Título en “Investigación Educativa” de la Facultad de Filosofía y Letras. 

Mmiembro del Consejo de Pos Grado de la Facultad de Artes.

Dirección del Proyecto de Investigación del CIUNT. –  “La Educación Artística como distribución y consumo”-200-2005.-  Co- Directora del Proyecto de Investigación “La convivencia Institucional como Analizador del funcionamiento en organizaciones del sistema Educativo de Tucumán- Facultad de F. y Letras– Aprobado por el CIUNT- Período 2005 – 2013

Ha publicado artículos en diversas revistas académicas de Educación y socio culturales, y ha participado de numerosos Congresos y Encuentros nacionales e internacionales con presentación de trabajos relacionados con sus investigaciones sobre la Dictadura del 76; la Convivencia en la Universidad y las cuestiones de Género. 

Ha realizado una reconocida trayectoria de gestión en organismos educativos y socio culturales, fue Directora de Enseñanza Media y Superior de la Secretaría de Educación y Cultura de la Provincia con el advenimiento de la Democracia. Secretaria Académica de la Facultad de Artes de la UNT. (2006-2009) -Subsecretaria de Extensión Universitaria del Rectorado de la UNT.(2009-2010) Directora del Museo de la UNT.(2011-2014)

Actualmente jubilada como docente-Investigadora de la UNT.

Miembro APDH Tucuman.  – Miembro de CLADEM (Consejo  de Latino America por los Derechos de las Mujeres)

Miembro del IEFI- Coordinadora del Area Derechos Humanos y Perspectiva de Género.