Por Alejandro Mosquera

La mayoria de las preocupaciónes de la sociedad anida en temas relacionados con la economía, el trabajo, el costo de vida, los alquileres, la recesión que va inundando toda la industria salvo las extractivas, se le suma la inseguridad creciente en especial el delito armado, y las crisis que afectan a las relaciones humanas en especial familiares por las dificultades que trae haber caído en meses a situaciones con más dificultades en algunos y en muchos de desesperación social.

Mientras las elites parecen vivir en un táper, su desconexión con la realidad sigue en progreso. Lo cual a la vez profundiza la distancia de muchos con la política o sobre todo con la idea que es a través de ella que les puede cambiar la vida.

Incluso una parte elites nacional y populares están más preocupadas en estudiar a Milei que lo que ocurre en las entrañas de nuestra sociedad.

No solo el descreimiento social en las elites es la matriz de la crisis de representación, sino también la distancia entre ellas y nuestro pueblo. Una parte de esas elites, por soberbia o limites estructurales, creen que ellas y solo ellas tienen el discurso, la “verdad”, las rutas para enfrentar la crisis. Están convencidas que el rol de ellas es decir por dónde. Están preparadas para hacerse oír, incluso para ser rechazadas y repudiadas, pero no para escuchar a la gente de a pie. Por eso penetra tanto la crítica al progresismo en una parte importante de nuestra población: sienten que hablan de derechos del pueblo, pero que no hablan con ellos para conocer su vida, sus reclamos, sus anhelos.

¿hay resistencia eficaz, hay un camino de recuperación del pais y de la patria despues de la tragedia que significa el gobierno de Milei, sin radicalización de la democracia?

Una forma de leer esta situación y esta crítica -que seguramente no gustará a muchos que pasan su vida haciendo campaña- es la idea que terminó un ciclo social y político que tuvo nacimiento o su máxima energía en las revueltas populares del 2001, que convulsionó a las elites, al sistema politico , impuso la crisis a la institucionalidad neoliberal y dio nacimiento a la experiencia de Néstor Kirchner y Cristina. La presidencia de Javier Milei marca el fin del ciclo que tuvo su apogeo y luego se fue apagando. La energía social se fue aplacando, la militancia burocratizando en el estado, y las elites recomponiendo las relaciones de subordinación al poder real. En la visión geométrica de la política creyeron que la sociedad premiaría al centro y todos convergieron hacia allí. Es decir, el sistema político se derechizó. Esos mismos ahora quieren dividir a los sectores transformadores del movimiento popular, hacerlos mas débiles para luego derrotarlos y perseguirlos. Más alla de necesarias autocriticas, incluso de legitimos conflictos por los liderazgos no habria que perder de vista que el movimiento nacional y popular necesita una nueva estrategia, nuevos programas y relanzar los valores historicos , y que nos necesita a todas y todos.

Los actores del nuevo ciclo se están conformando.

En la derecha y ultraderecha el libro de pases está abierto. El trasfondo tiene diversas claves. La primera es que Javier Milei captó los votos que en los últimos años se alineaban tras el PRO y sus alianzas. Esta profunda la debilidad del PRO en términos electorales que, aunque no le hubieran prestado el apoyo al actual presidente en la segunda vuelta los votos iban igual hacia él. Hasta tal punto llega la falta de representación que la asunción del expresidente Macri como presidente del partido fue casi intranscendente para la sociedad. Y algunos de sus dirigentes piensan que si el PRO se presentara hoy a elecciones no superaría un digito.

Las renuncias a la conducción en el PRO en la provincia expresan ese conflicto entre quienes que el PRO sea absorbido por La libertad avanza y los que quieren que la subordinación del PRO es una toma y daca por cargos políticos en el gobierno.

La segunda cuestión clave es que el gobierno de Milei no presenta ningún éxito político, la baja de la inflación es sobre la base de una brutal recesión planificada, achican la demanda vía rebaja de los salarios y jubilaciones reales. Las inversiones no vienen, comenzó el industricidio y los despidos en las áreas estatales y en el sector privado siguen creciendo. Además, en vez el presidente de abrir mercados a la producción argentina va cerrando cada vez más los puentes con Brasil, con Colombia, con Chile, con México, con Rusia, con China y ahora con España con posible extensión a la Unidad Europea.

Dogmatismo brutal, más ineficacia como dirigentes estatales, el apoyo en los cuadros fracasados y repudiados del menemismo y de la Alianza, son parte de esta realidad que incluso sus propios miembros y los lideres del círculo rojo en privado lo expresan. La amenaza presidencial de que si no lo apoyan él los exterminara, los atacará, o bajo el principio de revelación el debelaría ante el pueblo quienes son los traidores, cada vez valen menos, y seguirá en baja porque nadie puede gobernar así.

El presidente repite y repite sus “grandes éxitos”, que es uno de los cinco lideres más importantes del mundo, y en el mismo momento avisa que va a ser un cambio de gabinete por los resultados (o mejor dicho los fracasos) obtenidos. Podrá mentir y mentir, y mucha gente le creerá, pero la realidad es testaruda.

Cuanto más invade la realidad al país, más queda claro que si las elites viven una desconexión con la calle, el presidente está fuera de la realidad, y se enoja, despide o agrede a quienes quieren contarle, aunque sea parcialmente lo que pasa.

La particular visión que tiene de la revolución de mayo intenta utilizar la lucha y el sacrificio de los patriotas para convertirla en la libertad de las grandes corporaciones para apoderarse de las riquezas nacionales. Olvida a propósito que la revolución y su continuidad y profundización era la liberación de toda dominación extranjera, pero Milei malversa la historia porque vuelve a recrear las relaciones carnales y subordinación extrema con los EEUU y con el Genocida Benjamín Netanyahu.

La táctica del gobierno es generar conflictos y tribunas para ocultar los problemas reales del país. Presentar como fortaleza lo que son fracasos. El Pacto de Mayo que no era otra cosa que un contrato de adhesión no lo logró a pesar de tantos cómplices y lo quiere disimular con un acto donde el único gobernador que va el Cordobés Martín Llaryora es chiflado por los acólitos de LLA. Así paga el diablo.

El discurso del presidente muestra palmariamente lo que venimos sosteniendo en esta columna, ignora, desconoce o utiliza una desmemoria planificada de los problemas reales del país. Ni uno de ellos fue ni siquiera nombrado. La mentira suplanta al análisis serio. Cree o simula creer que un grupo de acólitos coree el nombre del endeudador serial Luis Caputo lo convierte en un rockstar . A un ministro de economía (¿) que no habla de producción, de trabajo, de industrialización, de revolución científica tecnología, de pymes, del desarrollo equilibrado de las regiones del país.

Tan alejado está de la realidad el presidente que ante el requerimiento sobre el problema de los alimentos que no se reparte y lo mal que esta la gente la respuesta fue: “si la gente no llega a fin de mes ya se hubiera muerto”. Es un presidente que no conversa con nadie, que no conoce ni a quienes los apoyan, que no conoce los dolores que le esta infringiendo al pueblo, no sabe que es ver a los pibes y familias comiendo una vez por día y una vez más vuelve la idea tantas veces repetidas por los ajustadores “hay que pasar el invierno”.

Podrán hablar de Patria, pero son su negación. Apenas capataces de los dueños del mundo que quieren quedarse con todo el país, a costa de los argentinos.